29 de noviembre de 2011

Amanece

Dice el refranero español que es muy sabio que a quien madruga Dios le ayuda. Y aquí estoy yo; ocho de la mañana de un Domingo cualquiera en Madrid. Nada hace presagiar un día diferente, ninguna salvedad exceptuando la posición adelantada de las agujas de mi reloj. Decido salir a pasear antes de que me venza el desánimo y el aire fresco de la mañana me da los buenos días. Un grafitti decora un muro, dos borrachos zigzaguean calle abajo y Ella me sonríe desde su balcón.

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